“Lima Sin Barreras” es una campaña que busca desarrollar diversas acciones de sensibilización para avanzar en la construcción de una ciudad accesible e inclusiva para las personas con discapacidad.

lunes, 13 de agosto de 2012

La sociedad suele confinar a las mujeres con discapacidad más que a los varones


“Musas, mujeres que inspiramos cambios” es una asociación que reúne a mujeres con diferentes tipos de discapacidad. Fue creado el 2005 con la finalidad de “crear conciencia de que las personas con discapacidad tenemos potencialidades que debemos desarrollar”, dicen las asociadas.

Su núcleo duro está conformado por cinco mujeres. La inaccesibilidad y las barreras arquitectónicas en diferentes espacios ha sido el caballito de batalla de las MUSAS. Tres de ellas comparten sus historias y sus propuestas como activistas.

Madezha Cépeda es la fundadora de MUSAS. Introdujo el tema de género en la visión de la discapacidad siguiendo la tendencia de varias lideresas del mundo que se ocupan del tema con una peculiar visión. Madezha es invidente, nació con una atrofia de retina que le hizo perder la visión. Tuvo oportunidades, fue a la universidad y estudió educación. Tiene una maestría en Inclusión de Personas con Discapacidad que terminó en España.

“Vivimos la discapacidad como si la dificultad fuera nuestra y que tenemos que ver cómo hacemos para resolverla. Esa es una perspectiva de un enfoque médico de la discapacidad, un enfoque asistencialista. Un enfoque de derechos, más bien, dice que hay obstáculos que se tienen que eliminar porque si tengo características específicas necesito sitios accesibles. No queremos dar la visión de víctimas o pobrecitas, ni tampoco confrontacionales”, dice Madezha.

A Mery Díaz le alcanzó una bala perdida cuando tenía 17 años en medio de una pelea de pandillas en San Juan de Miraflores.  La bala se introdujo en su columna vertebral y perdió la movilidad del cuerpo de las caderas hacia abajo. Se moviliza con una silla de ruedas y participa activamente de MUSAS desde hace 5 años. Aprendió que la “discapacidad le puede pasar a cualquiera y, obviamente, lo primero que pensé cuando me sucedió el accidente fue que mi vida iba a cambiar”. Terminó la secundaria en un colegio acelerado. La principal barrera que se encontró fueron los obstáculos físicos.  “El transporte es inaccesible. Antes, no me movilizaba porque no teníamos dinero para pagar el taxi. Como mi salón del colegio quedaba en el segundo piso mi hermano tenía que cargarme”, dice Mery.

Mery, que vive en Lima Sur ha logrado que cinco establecimientos adaptaran rampas y/o ascensores. En el Cine Star de San Juan de Miraflores, logró que se activara un ascensor. En Open Plaza – Atocongo logró que se instalen unas rampas en la parte de las veredas y un ascensor, y una rampa más en el Centro Educativo Ocupacional “Margarita Dammert” que da clases a mujeres con discapacidad.

“Después de seguimiento constante tuvimos estos logros que demoraron hasta 5 meses en ser efectivos con previa advertencia de que si no lo hacían iban a quejarse en la Defensoría del Pueblo”, dice Mery. “Es que la municipalidad entrega licencias de funcionamiento sin verificar de que sean accesibles, solo verifican la seguridad para las personas sin discapacidad. Si bien nosotras logramos algunos cambios pero no es suficiente. Se debe impulsar la creación de una ordenanza y que se garantice el cumplimiento”, continúa.

A Giovanna Reyes le dio polio cuando tenía 7 meses de nacida.  Vivía en Collique, en un asentamiento humano ubicado en un cerro del distrito de Comas, la enfermedad la postró en una cama y hasta los 11 años no conocía nada más que el pequeño espacio de su habitación. Ahí pasaba el día viendo televisión o leyendo los periódicos. No se atrevió a salir hasta que  tuvo que viajar a Piura. Vivió durante años en un asentamiento ubicado en un arenal. Naturalmente, las muletas que la ayudaban a caminar se hundían a cada paso.

Se ha integrado a MUSAS y también participa en el programa de accesibilidad que impulsa MUSAS. Ella ha ubicado diferentes puntos inaccesibles en un tramo de la Avenida Túpac Amaru, la principal avenida de Comas. Del kilómetro 9 al 14 ha ubicado escaleras peatonales que no tienen rampas, o puentes peatonales que son totalmente inaccesibles para personas con sillas de ruedas. “El paradero Naranjal  del Metropolitana, por ejemplo, es inaccesible. No existe una rampa especial para tomar el bus. Es más, los buses alimentadores que transporta a la población desde los distritos más apartados por los conos, no son accesibles”, dice Giovanna.

Además de cumplir con su misión de abrir más espacios accesibles, las MUSAS se dedican a rescatar a mujeres con discapacidad que viven confinadas en la pobreza, escondidas por sus propias familias. Mediante la base de datos de las promotoras de salud, que llegan a los lugares más remotos de la ciudad, las MUSAS conocen las historias de mujeres como Maritza a quien encontraron en una pequeña habitación  en el AA.HH. de Pamplona en San Juan de Miraflores, debido a su discapacidad física. Fueron hasta su casa y la encontraron en un espacio húmedo, sobre una cama oxidada. Nunca salía y vivía de caridad, cuenta. Finalmente, las MUSAS  le proporcionaron una silla de ruedas que consiguieron por una colaboración. Así han encontrado a otras mujeres en: Puente Piedra, en Villa María del Triunfo, en Collique. “Ya sea por la inaccesibilidad o por la sobreprotección de los padres, estas mujeres no logran salir de su entorno que las termina marginando”, dice Madezha.

Estas tres mujeres activistas son madres. El hecho de integrar el concepto de género en el tema de discapacidad nació porque usualmente sobre las mujeres con discapacidad, recae la sobreprotección de los padres y la falta de liderazgo en su vida social.  “La familia ve a la mujer con discapacidad más débil aún. Los hombres suelen realizarse con más frecuencia y relegan a las mujeres”, dice Madezha.

El hecho de ser mujer y de tener una discapacidad, según MUSAS, encierra una doble marginación. Además, el hecho de ser mujer y pobre las relega aún más, dice Madezha. Según el Registro de  Personas con Discapacidad de CONADIS, en el Perú hay 43,000 personas con alguna discapacidad, de este número el 38% son mujeres. Las MUSAS pretenden empoderar a este grueso de mujeres. Primero reconociéndolas como personas capaces de emprender cambios con su vida y con su entorno. 

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